Debido a la coyuntura actual nos pareció interesante hablar sobre la discriminación y nuestras experiencias.
Según la RAE, la discriminación (del latín discriminatĭo, -ōnis) es el trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, entre otros.
Es decir, hay una gran cantidad de criterios por los que se puede dar este trato desigual. Nosotras, en esta ocasión, nos quisimos centrar en los raciales y lugar de procedencia.
Al ser de dos países con realidades, aparentemente, diferentes, y con estereotipos muy marcados, quisimos hacer la comparativa de si en algún momento nos habíamos sentido discriminadas por ser de dónde somos o por nuestro tono de piel.
Es importante matizar que somos conscientes que escribimos desde el privilegio. Pero también creemos que es importante tener en cuenta todas las realidades para darnos cuenta que la discriminación es un problema estructural.
Escribe Ali (GMT+1)
En mi caso considero que hay que destacar dos situaciones diferentes:
Discriminación por ser española o ser blanca: NUNCA me he sentido discriminada por ninguno de estos dos criterios. Sin embargo, sí que he recibido mensajes estereotipados por mi lugar de procedencia. Nunca he atendido a esos estereotipos por no considerarlos muy graves, pero la realidad es que generan barreras que dan lugar a la discriminación en los casos más extremos.
Discriminación positiva por ser española o ser blanca: Cuando vivía en Lima, en alguna ocasión sí sentí cierto trato de favor por el simple hecho de ser blanca o ser española. Un ejemplo era a la hora de acceder a playas que supuestamente eran privadas, a mí nunca nadie me cuestionó el hecho de estar allí, de entrar a esa zona incluso sin tener una casa en ese condominio. No sucedía lo mismo para personas que tenían otro tono de piel.
Esta situación se repetía en bares, bancos y supermercados.
Escribe Vane (GMT-3)
Expongo situaciones en las que existe un claro prejuicio por falta de conocimiento:
Sí, soy peruana: Los medios y programas de televisión que se han visto en el extranjero han generado un prejuicio en relación a la imagen del peruano. Cuando tuve la oportunidad de vivir en Madrid, no creían que yo era peruana porque “los peruanos no tienen dientes”, “los peruanos son de pequeña estatura y tú eres alta”, “tú no tienes un carrito sanguchero” (¿Señorita Laura?). Por otro lado, la imagen turística que se “vende” de mi país es Machu Picchu y, muchas personas creen que uno tiene como mascotas domésticas a las alpacas - sí, que me lo han dicho varias veces. El Perú y los peruanos, somos mucho más. Lo más lindo de mi país es su diversidad en todo sentido; sin embargo, la gente, sobre todo de fuera, carece de información y, por ende, tiene una construcción prejuiciosa.
Vengo de un país hermoso en vías de desarrollo: Sin duda, hay muchas cosas en las que debe mejorar mi país. Los extranjeros, muchos amigos y conocidos, tienen miedo de visitar el Perú porque “te roban”, “te estafan” y “te violan” y me lo dicen muy seguido cuando los he invitado a visitarme. Pero, ¿en qué lugar no ocurre esto?. Uno debe estar alerta en todos los lugares en donde esté. Esto, me ha hecho sentirme discriminada en alguna ocasión cuando, estando en el extranjero, me han dicho: “Tranquila Vane, esto no pasa aquí como en tu país tercermundista” o “no seas tercermundista”.
Los estereotipos construyen barreras y no ayudan a apreciar y a abrazar la diversidad, dando lugar a una fuerte discriminación y desigualdad.
Luego de estas reflexiones, es importante darnos cuenta de que nosotros mismos atendemos a prejuicios, por nuestra construcción social, que vienen marcados por estereotipos. Nosotras mismas hemos detectado prejuicios hacia personas, colectivos o comunidades por el simple hecho de ser diferentes. Por suerte, hemos aprendido a detectarlos para poder eliminarlos. Ese es el reto más importante.
Elaboración propia en Canva
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