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Oda al Perú

Hoy es 28 de julio. Mientras lees esto, en Perú se celebra, supongo que este año de manera muy diferente, la independencia del Imperio español en el año 1821.


Y a mí me ha venido genial que coincida la fecha con la publicación semanal de GMT +1.


Como ya viene siendo tradición, desde 2019, una parte del grupo de amigos y amigas españoles que nos conocimos en Lima, nos juntamos en #algúnpuntomedio de la Península Ibérica para celebrar Fiestas Patrias. Ese punto medio ha sido por dos años consecutivos un pueblecito de la España vaciada.


Estando tan cercana la fecha, este fin de semana se ha dado el gran evento. Comida y bebida para reventar, juegos de mesa, piscina, muchas risas, y por supuesto, no podían faltar las anécdotas de nuestra vida peruana.


No hay Fiestas Patrias que no recordemos la gastronomía peruana. Nuestra lista de restaurante favoritos y cómo “optimizábamos” los descuentos que de vez en cuando lanzaban nuestros bancos. El Perú es ceviche, es papa a la huancaína, es ají de gallina, es rocoto relleno, es leche de tigre, es jalea, es arroz chaufa, es tacacho con cecina. Y una larga lista de platos e insumos que hacen de la gastronomía peruana una de las mejores a nivel mundial.


No hay Fiestas Patrias que no recordemos el famoso “mal de altura” y cómo nos afectaba las primeras veces que subíamos a más de 3.400 msnm. La inmensidad de las montañas de los Andes, la falta de oxígeno por la altitud, y por la belleza. Las noches de cielo estrellado del Altiplano andino. Los desayunos en medio de una carretera entre Cusco y Abancay previo a un trekking de 4 días. Llorar de la emoción por subir a la cima de un 5000 y pensar que no hay nada en el mundo más bonito que eso.


No hay Fiestas Patrias que no recordemos el agua gélida del Pacífico y sus inmensas olas. Los veranos de Punta Hermosa. Los festivales en Punta Rocas. El ceviche apaltado del Cantarranitas y su jugo de tuna (higo chumbo) bien heladito. Las playas kilométricas del norte y la ausencia de construcciones monstruosas de hormigón tan típica de nuestra costa mediterránea.


No hay Fiestas Patrias que no recordemos los viajes en bote por medio del Amazonas. Lo impactante que es la selva. La vida en las comunidades y su relación con la naturaleza. La primera vez que vimos delfines rosados, osos perezosos, hormigas gigantes, pirañas y monos en libertad. Los baños en ríos marrones sin saber lo que te esperaba bajo el agua y dormir a la intemperie.


No hay Fiestas Patrias que no recordemos al Perú, y lo hacemos mientras planeamos “la vuelta a casa”. Una vuelta a casa de unos días o unas semanas con su correspondiente lista de restaurantes favoritos y lugares a (re)visitar.


Cada 28 de julio nos juntamos para celebrar al Perú, pero sobretodo para celebrar lo que el Perú unió.



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