Recomiendan que, cuando estés dando forma a un artículo, lo último que escribas sea el título del mismo, pues este puede ir variando según desarrollas el texto o incluso dentro de ese texto puede surgir alguna frase que encaje mejor con la temática que estás tratando.
No es el caso.
“La vida ensucia” nace de unos días poco convencionales en la Costa Brava, entre nuevos proyectos, construcciones, reformas, pintura, arena y amores perros. Dentro de este contexto, mi amiga, a la que mis futuras hijas llamarán “tieta Nú”, lanzó la frase “la vida ensucia”. Y yo, que vivo al límite con mis artículos de #DiferenciaHoraria lo quise usar como título y ver qué fluía.
Inmediatamente me vino a la mente aquel famoso anuncio de un detergente de ropa en que invitaban a las madres (cómo no) a dejar que sus hijos se ensuciasen, a jugar libres, a saltar sobre charcos, a pintar. La suciedad los hacía libres y felices. Obviamente el detergente era tan bueno que la madre no se tenía que preocupar por esas manchas.
Pero, ¿qué pasa en la vida real, queremos suciedad?
Entonces paro a recordar los momentos en los que la suciedad estuvo presente en mi vida, de manera puntual y en el sentido más estricto de la palabra.
A los cinco años metí el pie (hasta la rodilla) en una caca de vaca en las primeras vacaciones reales que hacía con mis padres y mi hermano. Llovía como si no hubiese mañana y en una de esas me hundí. A día de hoy sigue siendo una de las anécdotas más recordadas en la familia.
Las acampadas en mi adolescencia con mis amigas, donde dormíamos siete en una tienda de campaña / carpa de dos. Años después vinieron más acampadas, reduciendo el aforo.
Los días de playa. La arena en los pies. La sal en la piel. El calor del verano.
Los trecking de varios días a miles de metros de altura, donde la ducha era un bien escaso. El contacto con la naturaleza.
Los festivales de varios días donde el único objetivo es bailar, saltar y gritar. ¿Te acuerdas?
Pedalear en la ciudad, en caminos, descendiendo volcanes. La libertad.
El sexo. El sexo no tiene nada de limpio ni de puro. Es liberador, es felicidad, es vida. Y hay veces que crea vida.
¿Será entonces que los mejores momentos de la vida están lejos de ser limpios?
¿Será que la suciedad da vida y no tanto que la vida ensucia?
Ali practicando yoga en Tarapoto (selva peruana) con The The Yoga Journey
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