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Infodemia: el virus en formato "información"

Uno de mis propósitos para este 2020 era reducir mis horas de uso del móvil (verdad verdadera). Este propósito pasó a un segundo plano el 14 de marzo. A partir de ese momento todo tipo de contacto con el exterior pasó a ser a través de esa pantalla que estaba intentando evitar. Comenzaron las “vinollamadas” (como si eso de la cuarentena fuese a durar poco tiempo y hubiese que aprovechar el tiempo que nos daba la vida para hablar con quienes era más difícil conectarse en otro momento. Ingenuas.); los miles de directos en Instagram; la generación extra de contenido por parte de perfiles ya consolidados; la aparición de contenido por nuevos perfiles (¡hola!); las noticias - las no noticias; y la reactivación de grupos de whatsapp que habían muerto hacía meses.


Todo esto hizo que el móvil necesitase dos recargas de batería al día...y yo también. Así que decidí ponerme “filtros”. Me desconectaba del mundo exterior después de los aplausos de las 19:58 (si pasaba algo ya me llamarían como en la más vieja normalidad); no leía los grupos de whatsapp (mensajes, audios, audios compartidos y más mensajes); de vez en cuando entraba a galería a liberar espacio en el móvil y me encontraba con fotos y vídeos que no sabía de dónde habían salido; y usé a mi madre como filtro de noticias del grupo familiar y así evitar un posible consumo de noticias falsas, bulos, desinformación o cualquier tipo de contenido poco contrastado, que pudiese alterar mi estado zen.


¿Fue mi madre una adelantada a su tiempo y sirvió de ejemplo para Twitter con el caso Trump?


Hace unos días salía la noticia de cómo Twitter avisaba a sus usuarios de que los tuits que emitía el presidente norteamericano podrían no ser ciertos. En ese mismo aviso, la red social comparte enlaces adicionales para que el usuario pueda contrastar la información. Supongo que Twitter ha sido consciente de las consecuencias que puede tener este tipo de mensajes en la sociedad y apela a la responsabilidad que tiene como medio de comunicación y a la responsabilidad del lector facilitando fuentes alternativas de información. Y todo debido a la ausencia de responsabilidad por parte del emisor, en este caso Trump.


¿Pero qué pasa cuando no están ni mi madre ni Twitter para ponernos sobreaviso de que la información que recibimos puede ser falsa?

Me gustaría pensar que como sociedad tenemos las herramientas suficientes para detectar los bulos o noticias falsas, que como usuarios, contrastamos las noticias que recibimos o a las que llegamos por iniciativa propia. Y que además, contamos con la responsabilidad suficiente para parar este virus informativo a tiempo. Después de los últimos tres meses me parece que estamos lejos de conseguirlo.


Quiero pensar que el estar hiperconectados es algo relativamente nuevo para nosotros y que estamos en proceso de aprendizaje. Que pronto entenderemos que las noticias falsas solo buscan intereses personales y pueden “elevar el grado de alarma, temor y angustia de la sociedad hasta alcanzar un nivel de contaminación mental que mengua la libertad de las personas” #quenolodigoyo (Javier Echevarría, revista Retina) Y que en la próxima pandemia (por favor que no haya) seremos capaces de distinguir las noticias falsas, de contrastar las fuentes de información y por último de parar la propagación del virus, más conocido como infodemia.


Para terminar te lanzo una pregunta:

¿Está la Libertad de Expresión por encima del derecho a la información veraz?

Foto: Al Mayadeen Español

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