Esta semana he experimentado diferentes temperaturas. El miércoles 1 de julio ví por mi ventana a los árboles ir de un lado a otro sacudiendo sus melenas por fuertes vientos que, según el Instituto Uruguayo de Meteorología, iban entre 90 y 110 kilómetros por hora. Mientras veía este ir y venir de hojas, me abrazaban fríamente unos 10 grados. La noche del martes, llovió a cántaros y dos días atrás alumbraba un lindo sol que hizo que caminara por la playa. Cambios climáticos locos, muy característicos de países como este que por su posición geográfica reciben masas de aire cálidas o frías todo el tiempo -y al mismo tiempo-, que pueden generar altos y bajos emocionales en quienes vivimos aquí.
Viniendo de Lima, una ciudad con una temperatura estable en cada una de sus estaciones, nunca me detuve a analizar cómo puede repercutir el clima en nosotros. En la capital del Perú, uno no cambia planes a causa del clima porque las temperaturas casi siempre- por no decir siempre- se mantienen. Uno sabe que siempre hay humedad y que el calor húmedo en verano es rico si lo pasas en la playa y que en el invierno, vas a tener el pelo mojado todo el tiempo.
Por el contrario, los planes del uruguayo están supeditados al clima y su estado de ánimo, también. No existe conversación alguna que no involucre lo lindo o lo feo que está el día (¡bo!) y temo empezar a hacerlo pronto. Es que, en definitiva, el clima de aquí da mucho de qué hablar.
La Mayo Clinic de Minnesota ha definido a un tipo de depresión relacionada con el cambio de estaciones denominada el Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Los que lo padecen muestran síntomas como disminución de la energía y una pérdida de interés en las actividades sociales al inicio del invierno, mostrando mejoría una vez llegada la primavera. Me pregunto qué pasará con el uruguayo que experimenta todas las estaciones en un mismo día.
Teorías actuales sobre las causas del TAE apuntan al rol que cumple la luz solar en la producción de hormonas clave en nuestro cerebro. La melatonina y la serotonina podrían estar involucradas porque ambas ayudan a regular los ciclos de sueño, la energía y el estado de ánimo.
En Uruguay, este trastorno muchas veces desencadena en suicidios. Según los datos del Observatorio sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior, en el 2019 fueron 705 casos. Pablo Hein, sociólogo e integrante del Grupo de Comprensión y Prevención Conducta Suicida de la Universidad de la República, reafirma que una de las causas del suicidio en este país son los inviernos -fríos- largos.
Yo creo que todos tenemos algo de este trastorno. Con bajas temperaturas, sin duda, cambia nuestra dinámica: dejamos de salir tanto, nos cuesta hacer deporte porque preferimos estar más tiempo metidos en la cama. Lo ideal es que esto no se vaya al extremo; por eso, procedo a mencionar los síntomas del TAE y así puedas detectarlos a tiempo:
Te cambia el humor y eres más auticrític@; más sensible de lo normal.
Pierdes el interés en las cosas que normalmente te hacen feliz y te sientes incapaz de disfrutarlas. Puedes tener la sensación de inconformidad y culpabilidad; también, perder el interés en tus amigos y dejar las actividades sociales.
Cansancio inusual o fatiga sin razón.
Puedes dormir más de lo usual y te cuesta levantarte y cumplir con tus responsabilidades.
Te dan ganas de consumir más carbohidratos y a comer demás.
Te cuesta concentrarte por falta de tu motivación.
Lo que me toca a mi es:
Seguir extrañando a mi Lima “panza de burro” querida (*)
Abrazaré con todas mis fuerzas los días soleados para cargarme de energía y alegría. Sin duda, iré esos días a caminar a la playa - a 500 metros de casa.
Disfrutaré de los días lluviosos como un regalo.
No dejaré de sorprenderme de las tormentas eléctricas.
Continuaré mi ritual favorito: tomarme un café caliente en las mañanas.
Adoptaré el ¡Vamo´arriba! uruguayo - sobre todo en días fríos.
No descartaré la opción de la locura extrema.
Foto: Canva
(*) Por el cielo gris.
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