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Hablemos de política

Soy una peruana viviendo lejos de su país y que ha seguido, a través de las publicaciones de sus amigos y familia, lo que sucedía en estos últimos días. No he podido dormir pensando en los jóvenes que salían a protestar y la indignación que sentía por este grupo de “representantes”, me quitó el apetito.


Soy una defensora de las minorías; he aprendido a no juzgar a la gente y entender qué hay detrás de un comportamiento. Cada quien hace de su vida lo que quiere.


Además, me siento muy afortunada de ser peruana porque mi país es una mezcla riquísima de culturas, de expresiones, de sabores, de ritmos y de enigmas que son difíciles de encontrar en otro lugar. Lo único que me molesta es la falta de oportunidades para todos.


Nací en la época del terrorismo y crecí escuchando algunas vivencias que habían tenido mis padres producto de esto. Como buena millenial, tomé muchos conceptos políticos pre concebidos y, durante muchos años, no quise saber nada al respecto.


En el Perú, los niños no son partícipes de conversaciones de política porque se manejan mal las definiciones y porque “es aburrido”. En el colegio nos enseñaban sobre historia del Perú, pero la información era bastante sesgada y… así crecimos: incultos en nuestros derechos como ciudadanos y en una desesperanza aprendida.


Llegué al Uruguay y he sido partícipe de muchas conversaciones de política. El uruguayo de a pie, sabe de política y no pierde oportunidad en debatir en cualquier reunión. Están bien informados y cada quien defiende su postura y muestra su alegría o descontento de lo que hacen sus políticos. No por nada son el país más democrático de Latinoamérica.


Muchas veces me he dicho: ¡Qué politizada esta gente! ¡Qué hago acá!


Esto es lo que le falta al peruano. Esto que está pasando en el Perú es el vivo reflejo de este nivel de cultura política paupérrimo que tenemos los peruanos. Nunca nos hemos involucrado; votamos por “el/la que nos cae bien” y no por “causas” que realmente nos importe defender.


Los medios de comunicación solo venden basura y, eso es lo que consumimos.Y las noticias falsas hacen que creamos lo que quieren que creamos; lo que no genera un debate rico en argumentos.


Manejamos conceptos equivocados y generamos prejuicios estúpidos. Pensamos dos veces antes de decir algo, por miedo al qué dirán. Otras veces, mostramos nuestra inconformidad con las injusticias y nos tildan de revolucionarios.


En el Perú, no puedes decir que eres feminista, porque te tildan de terrorista. No puedes decir que apoyas al matrimonio gay porque te dicen “pecadora”. Todos, todos, conceptos errados.


Y si dices ser de izquierda, les empieza a picar el cuerpo. Y es que en mi país, la izquierda es confundida con el terrorismo y nadie nos ha dicho que estamos equivocados. Esto se debe a que no tenemos información y no hemos querido tenerla.


Pero, esto ha cambiado. Yo he cambiado. Espero que muchos de mis congéneres también lo hayan hecho.


Necesitamos saber, informarnos, aprender y con argumentos elegir y exigir a quienes nos representan. Ya no quiero que el Perú siga siendo el país de las injusticias, de la falta de oportunidades, de la mediocridad, de la indignación y de una triste incertidumbre.


¿Tú?


Foto: Alfonso Silva Santisteban


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