En un país nuevo, a 4769.6 km de Lima, es indudable no extrañar. La decisión de salir de la zona de confort y empezar de nuevo, es bastante temeraria cuando tienes una vida establecida en un lugar donde, además, tienes cerca una red afectiva importante: los amigos.
Siempre dicen que los amigos se cuentan con los dedos de una mano -cosa que no entendía cuando era más joven y tenía mis “amigos de fiesta”- pero, ahora -con varios años más- lo afirmo. Lo que sucede es que, durante nuestra vida establecemos relaciones afectivas a través de una unión que “fluye” por cierta afinidad y conforme pasa el tiempo, hay quienes se quedan en tu vida - sobre todo por compatibilidad y dedicación- y otros que simplemente desaparecen.
Esos amigos que ahora puedes contar con los dedos de una mano, son los amigos-amigos. A mi me gusta llamarlos hermanos. Ellos influyen en mi vida y se han convertido en un gran soporte moral y emocional (Nunca me puse a analizar la magnitud de su importancia hasta ahora -y con tanto cambio en mi vida es de esperarse).
¿Qué te une a tus amigos? La confianza, la lealtad, la complicidad y el respeto; estos cuatro pilares que se fortalecen a través de las vivencias en el tiempo. Saber que tienes a quien confiarle tus dudas, miedos o problemas y que, por lo menos, te escuchará, no tiene precio. Lo dice Sonja Lybomirsky, Doctora en Psicología, en La Ciencia de la Felicidad: “No hay mecanismo mejor para hacer frente a un problema que contárselo a un amigo o compartirlo con él. De hecho las personas que cuentan con fuerte apoyo social son más sanas y viven más”.
Esto se debe a la relación casi musical - por su armonía- que se tiene con los amigos, lo que hace que nuestro cerebro libere la famosa oxitocina, que induce a la alegría, paz, seguridad y confianza, disminuyendo los efectos de cortisol -hormona del estrés. La amistad, en este sentido, genera un impacto en nuestro sistema inmunológico. Entonces, además de escucharnos, nuestros amigos nos ayudan a ser más resistentes a enfermedades (y no es por el Panadol Antigripal que uno de ellos siempre tiene para darme cuando me voy a resfriar).
Los humanos, como seres sociales, necesitamos del afecto de otros para sobrevivir. Contar con los amigos, fomenta el sentido de pertenencia, lo que proporciona un valor emocional de manera individual, aumentando nuestra autoestima y motivación.
Mis amigos-hermanos, sin duda, aportan a mi vida. Siempre suman. Puedo coincidir o discrepar con ellos; y si no estamos de acuerdo, mucho mejor. Gracias a ellos, puedo tener ese punto de vista diferente que me permite ver cosas con otros ojos. A su lado, solo hay crecimiento.
Lo que más amo de ellos es que puedo ser yo, tal cual. El lazo a largo plazo que hemos construido, ha facilitado mi expresión tanto a nivel cognitivo como emocional. Con ellos, puedo decir lo que pasa por mi mente, sabiendo que no me juzgarán. Ellos me animan cuando hay tristeza y se alegran, sinceramente, por mis éxitos. Gracias amigos.
Si luego de leer esto, te diste cuenta que no tienes amigos-hermanos, cuando surja una nueva amistad, dedícale tiempo. Es importante mantener el contacto regular y establecer situaciones que permitan reunirse. Si estás lejos como yo, una “vinollamada” o un mensaje es un gesto hermoso. He aprendido que presentarle atención a tus amigos, es fundamental. Finalmente, diles que los quieres y si los tienes cerca, luego de la cuarentena, abrázalos. Este gesto es una acción que refuerza el lazo de cercanía y afecto y, además, reduce el estrés.
Gracias amigos, ustedes saben quienes son y lo que significan para mi porque no me canso de decirles “te quiero”.
Foto: Liniers
Para ustedes, amigos, la última canción de Jarabe de Palo - aquí.
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