Muchos hablan de ella, otros la practican. Al parecer el concepto de empatía se volvió una moda porque va de boca en boca en las conversaciones del día a día. Yo diría que, siempre ha tenido que estar no solo en el decir, sino en el hacer.
La empatía es esta capacidad de comprender los sentimientos y emociones del otro; intentando ser objetivo y racional. Este último punto es importante, porque si bien se trata de “ponerse en los zapatos del otro”; también debemos regresar a los nuestros.
La empatía despierta ganas de ayudar porque permite que sientas, quizás la alegría o el sufrimiento del otro. Creo que, es más fácil conectar con lo que le pasa al otro si has experimentado lo mismo o estás familiarizado con ser comprensivo con el otro.
Esta habilidad está totalmente relacionada a la escucha activa, la compresión y el apoyo. Una persona empática, entonces, se caracteriza por generar afinidad e identificarse con otra persona.
¿Qué necesitas para ser empátic@?
Aprende a escuchar: Es importante estar atent@ a lo que te dice y argumenta una persona. No interrumpas- por favor, no- su discurso porque podrás reflexionar sobre lo que te está diciendo. Mira si sus expresiones faciales están alineadas a lo que te explica. Además de escuchar, muestra interés y pregunta sobre lo que te está hablando.
Interpreta lo no verbal: Analiza el tono de voz, la fluidez verbal, entonación, llanto, risa, suspiros y el resto de mensajes no verbales, que sin duda, necesitan de un código aprendido. Si experimentaste algo parecido, es muy probable que puedas interpretar mejor lo que sucede.
Comprende: Una frase reconfortante ayuda y evita juzgar. Aquí, ser una persona sensible ayuda mucho.
Ayuda: ¿Te puedo ayudar en algo? pregunta siempre.
Muchos de nosotros, no nos detenemos a analizar estas acciones y “nos sale natural”. Esto porque, probablemente, desde niños nos han ayudado a desarrollar esta habilidad. Sin embargo, hay que ponerle dedicación siempre.
La empatía es una habilidad de la inteligencia emocional muy requerida tanto personal como profesionalmente porque permite tener mejores relaciones sociales y facilita la resolución de conflictos. Además, genera el respeto con el otro.
Esta maravillosa habilidad me ha permitido cuestionarme sobre por qué el comportamiento de las personas y no juzgar a nadie. Además, me ha enseñado a ser más asertiva en decir en el momento propicio mis ideas tanto positivas como negativas.
Así que, si no te enseñaron a ser empátic@, intenta aprender. El mundo necesita más personas comprensivas que no juzguen al otro.
Foto: Xuan Loc Xuan en Behance.
Comments